Aunque los inventores del balompié basan sus vidas en las apuestas, está demostrado que aquel que se la juega gana en contadas ocasiones. Un ejemplo lo tenemos en las quinielas de nuestro país, cuantos años lleva tu padre en esa peña echando la quiniela domingo tras domingo y jamás le ha tocado nada, bueno sí, una vez le toco una de 13 pero resultó que había casi un millón de personas en la misma situación de él y se repartieron dos euros por cabeza.
Si definimos lo que realmente es una apuesta llegaremos a la conclusión de que es aquella manera por la cual una persona invierte una parte de su dinero para, en el peor de los casos, triplicarlo, es decir, ser eficiente, ganar mucho con los menos recursos empleados.
Pues en esto se han basado los años de mandato del señor Antonio Muñoz. Si hacemos un repaso cronológico en su andadura como máximo accionista del Cádiz.C.F, podremos ver que incluso la “bendita” compra del Club fue la primera de las apuestas que este hombre realizó. A la vista está, el resultado tremendo, coge un equipo en la ruina y consigue que cinco años después el valor de este ascienda a diez millones de euros, negociazo.
Su segunda apuesta, José González, entrenador del juvenil que está obteniendo unos resultados impresionantes con el equipo de división de honor y lo más importante, es una ganga. El resultado, pues magnífico, después de nueve años y tras una liguilla de infarto, el Cádiz abandona el pozo de la 2ºB para recalar en la división de plata.
En la segunda campaña en la división de plata, el Cádiz queda 7º. Comienza el verano con un proyecto que giraba en torno a aquel entrenador del juvenil, pero el Albacete, equipo de primera por aquellas fechas, se mete por medio y consigue fichar a José González. El proyecto se quiebra, surge así el nombre de Víctor Espárrago, un entrenador conocido por estos lares, que podía presumir de haber dejado al Cádiz en la mejor clasificación de su historia en primera división, en fin, bueno, bonito y barato.
Este Cádiz no se parecía nada a aquel que dejó Esparrago a finales de los 80, y si a esto le sumas la cantidad de años que llevaba Víctor sin entrenar, podíamos decir que estábamos ante otra de las apuestas del empresario cordobés. Como en las dos porras anteriores, esta le sale de maravilla. Espárrago, con un equipo que mantenía la base de 2ºB, consigue llevarlo a la primera división del futbol español. Sí señor, pleno al 15.
Es aquí y para desgracia de los aficionados, cuando se le acaba la suerte al señor Muñoz. La temporada de primera comienza con un equipo hecho desde la racanería con fichajes que ya venían de vuelta y que no estaban a la altura de la competición. Lo de ser rácano se demuestra en el mercado de invierno cuando, con el agua al cuello, “se tira la casa por la ventana” y se decide fichar a Lucas Lobos. Éste marca siete goles en menos de 20 partidos, si hubiera estado desde verano quizás hubiéramos conseguido los puntos necesarios. Esta vez la apuesta había salido mal, muy mal, Muñoz dejo escapar esa maravillosa oportunidad de seguir en la liga de las Estrellas. No quiso invertir, no cambio la tónica, seguía echando una sola columna en su particular quiniela, reforzó al equipo con jugadores que venían con la carta de libertad, llámese Berizzo o Marc Bertrán, o con cesiones como la de Benjamín. Lo mejor del año, la afición y Lucas Lobos, pero éste llego tarde, muy tarde. Incluso así nos quedamos sólo a tres puntos de la permanencia.
Bajamos a segunda, se cambia de técnico, se barajan opciones muy interesantes para ese puesto, Unay Emery entre ellos, que venía de hacer una temporada tremenda con el Lorca, pero no, este sale demasiado caro, la solución la tenemos en casa, Oli es la solución. De nuevo se vuelve a optar por lo barato, otra vez apostando, el final de esa temporada, ustedes lo saben, no acertó ni seis en la quiniela. José González vuelve, se come el marrón y al final de temporada el grupo de accionistas de Antonio Muñoz decide vender por sentirse, según ellos, presionados por el entorno.
La venta del club fue la undécima apuesta del señor Muñoz Vera. Antes de la venta, el presidente asegura que venderá el club a aquel señor que traiga mejor proyecto deportivo. No sé porque, pero intuyo, que al final se lo vendió a aquel que puso el “parné” más rápido sobre la mesa. Sobre el proyecto deportivo que se exigía, pues ya saben, no existió, acabó a las diez jornadas de liga. Baldasano emigra y nos deja como entrenador a Calderón, técnico del Cádiz B y con una trayectoria para enmarcar, su mayor logro entrenar en la segunda división escocesa.
Muñoz vuelve, y aunque no fuese responsable del nombramiento de Calderón como entrenador, decide seguir con él y encima renovarle tres años más. Fantástico, y además en invierno vendió a los dos mejores jugadores de la plantilla, genial, justamente lo que la afición quería, ejem... Ya por estas Don Antonio Muñoz Vera había dejado el mundo de las apuestas, prefería el dinero fácil, sin apostar, vendiendo lo que más valor tenía, hasta luego Lucas, ya nos vemos Matías. Si, totalmente confirmado, ha dejado el vicio de las quinielas, ayer echo a Antonio Calderón. Esperemos que ahora no ponga a De Quintana como entrenador, porque dinero hay señor Muñoz, o lo de Lobos te lo has gastado en las Vegas.